miércoles, 25 de enero de 2017

Atentado en Francia y la tristeza de la doble moral

El terrible hecho sucedido en Francia, donde un grupo armado irrumpió y asesinó a periodistas que se encontraban trabajando en la revista satírica Charlie Hebdo, nos vuelve a mostrar una vez más la terrible hipocresía que se vive  en occidente y sobre todo en los países llamados del primer mundo.

No hay dudas que desde hace mucho se ha logrado que los muertos en Francia sean más importantes que los muertos en Palestina o en Ruanda. El apoderamiento de la subjetividad por parte de los poderosos así lo ha dispuesto.

Y desde este lugar quiero reflexionar.


Para que hechos como los sucedidos en el semanario francés no vuelven a pasar, el mundo entero debería manifestarse ante cada masacre, independientemente del lugar donde suceda.

Pareciera ser que la libertad de prensa en Francia nos involucra a todos, pero el derecho a la vida en El Salvador no es asunto de nadie.

Francia como estado tiene una historia. Una historia que incluye la explotación, robo y saqueo de Argelia, Costa de Marfil, Senegal, entre otros.

La memoria en el mundo occidental es particularmente selectiva. De las colonias no se habla, no importan, no sucedieron.


El presente se analiza sesgadamente. La OTAN no existe, no intervino, no asesino.

La desigualdad en el mundo pareciera ser una cuestión de números, no de injusticias, no de vivas invivibles.

Francia, como tantos otros países, deben hacer un fuerte mea culpa sobre sus políticas internacionales y migratorias.

Nada nunca va a justificar asesinatos como los cometidos en el semanario.

Desgraciadamente aquella lógica que analiza las situaciones de forma aislada, es la que parece haber ganado la realidad.

Vivir en un mundo profundamente injusto y repleto de fanatismos, mezquindades y opresiones tiene consecuencias, que en la gran mayoría de los casos las terminan padeciendo inocentes.

En este caso fueron inocentes franceses. Todos los días también la padecen los excluidos del mundo. Excluidos que nunca van a conmover, salvo cuando las principales corporaciones  deciden hacer aquellas típicas notas de color. Donde buscan simplemente un lagrimeo hipócrita y momentáneo de sus lectores o televidentes. Pero que jamás van a buscar una verdadera toma de conciencia.

Histórica y siempre vigente, aquella frase del pirata condenado a muerte por Alejando Magno: " Por cuanto yo no tengo más que un barco me llamas pirata y ordenas que me ahorquen, mientras que tú, por tener una flota entera, te titulas rey; pero, al fin de cuentas, los dos realizamos las mismas acciones"

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